Descubriendo los secretos del desierto: cómo una planta es la clave para obtener cultivos resistentes al calor

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Los paisajes abrasadores del Valle de la Muerte, California, donde las temperaturas de verano habitualmente superan la marca de los 120 grados Fahrenheit, parecerían excluir la vida tal como la conocemos. Sin embargo, en medio de este crisol aparentemente inhóspito, prospera una planta nativa resistente: Tidestromia oblongifolia. Este tenaz superviviente ha proporcionado pistas valiosas a los científicos de la Universidad Estatal de Michigan (MSU), revelando un plan para diseñar cultivos que puedan resistir el calor cada vez más intenso de nuestro clima cambiante.

Publicada en la revista Current Biology, la investigación realizada por el profesor Seung Yon “Sue” Rhee y la especialista en investigación Karine Prado revela cómo T. oblongifolia no sólo sobrevive sino que florece en condiciones extremas.

Al principio, los investigadores quedaron desconcertados por la resistencia de la planta. “Cuando llevamos estas semillas al laboratorio por primera vez, nos costó hacerlas crecer”, recordó Prado. Sin embargo, al recrear el entorno implacable del Valle de la Muerte en cámaras de crecimiento especializadas en el Plant Resilience Institute de MSU, fueron testigos de una transformación sorprendente: T. oblongifolia triplicó rápidamente su biomasa en tan solo 10 días. En marcado contraste, las especies relacionadas conocidas por su tolerancia al calor se detuvieron en estas condiciones extremas.

En tan solo dos días de exposición a temperaturas abrasadoras, este habitante del desierto elevó significativamente su zona de confort fotosintético: el rango de temperatura en el que puede producir energía de manera efectiva a través de la fotosíntesis. En quince días, su temperatura fotosintética óptima se disparó a 45 grados Celsius (113 grados Fahrenheit), superando la de cualquier especie de cultivo importante jamás documentada. Esta notable tolerancia al calor catapulta a T. oblongifolia en los libros de récords como la planta más resistente al calor conocida por la ciencia.

Los secretos de la supervivencia: una sinfonía de adaptaciones

Profundizando más, los investigadores combinaron mediciones fisiológicas con imágenes avanzadas y análisis genómico para descifrar los intrincados mecanismos que sustentan a T. La notable adaptación de oblongifolia. Descubrieron una cascada coordinada de cambios biológicos que ocurren en múltiples niveles dentro de la planta.

Bajo un calor intenso, sus orgánulos productores de energía (mitocondrias) se reposicionan estratégicamente junto a los cloroplastos, los sitios de la fotosíntesis. Los propios cloroplastos sufren alteraciones estructurales dramáticas, transformándose en configuraciones distintivas en forma de copa que no se ven en otras plantas superiores. Esta nueva morfología puede mejorar la captura y el reciclaje de dióxido de carbono, estabilizando eficazmente la producción de energía incluso bajo estrés extremo.

Simultáneamente, miles de genes dentro del genoma de la planta entran en acción o son silenciados en tan solo 24 horas. Muchos de estos genes desempeñan funciones cruciales en la protección de las proteínas, las membranas celulares y la maquinaria responsable de la fotosíntesis del daño causado por el calor. Notably, T. oblongifolia amplifica significativamente la producción de Rubisco activasa, una enzima clave vital para mantener la función fotosintética sin problemas a altas temperaturas.

Del desierto al plato: una nueva frontera en el mejoramiento de cultivos

A medida que las temperaturas globales aumentan implacablemente, las olas de calor están causando estragos en los rendimientos agrícolas de cultivos básicos como el trigo, el maíz y la soja. Alimentar a una población mundial en constante expansión depende de reforzar la producción de alimentos frente a estos desafíos climáticos cada vez más intensos.

T. oblongifolia demuestra que las plantas poseen una capacidad notable para adaptarse a temperaturas extremas”, enfatiza Rhee. “Si podemos descifrar cómo logra esta hazaña y replicar esos mecanismos en nuestros cultivos, podríamos revolucionar la agricultura en un mundo que se calienta”.

Rhee sostiene que estudiar extremófilos como T. oblongifolia, en lugar de depender únicamente de especies modelo tradicionales para la investigación de plantas, abre vías completamente nuevas para reforzar la resiliencia. “Las plantas del desierto han perfeccionado sus adaptaciones a lo largo de millones de años para superar los mismos desafíos a los que nos enfrentamos ahora”, explica. “Poseemos las herramientas de vanguardia (genómica, imágenes en vivo de alta resolución y biología de sistemas) para desbloquear sus secretos”.

Lo que sigue siendo crucial es una inversión sostenida en este tipo de investigación innovadora. El laboratorio de Rhee está traduciendo activamente estos hallazgos en aplicaciones prácticas, explorando cómo los genes y las estructuras celulares que permiten T. La tolerancia al calor de oblongifolia podría incorporarse a los cultivos básicos, allanando el camino hacia un futuro más resiliente para la seguridad alimentaria mundial.

“Esta investigación trasciende la mera curiosidad biológica”, afirma Prado. “Nos ofrece una hoja de ruta para aprovechar el ingenio de la naturaleza para empoderar a las plantas -y en última instancia a la humanidad- para prosperar en medio de un clima cambiante”.

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