La quema global de combustibles fósiles está a punto de liberar este año una cantidad récord de dióxido de carbono que atrapa el calor, lo que destaca la necesidad urgente de una acción climática más rápida mientras los líderes mundiales se reúnen en Brasil para la cumbre climática COP30 de la ONU. Si bien las proyecciones muestran que las emisiones aumentarán nuevamente a aproximadamente 38.1 mil millones de toneladas de CO2 provenientes de combustibles fósiles y cemento (un aumento del 1,1% en comparación con el año pasado), este crecimiento es significativamente más lento que en décadas anteriores gracias a la rápida expansión de las fuentes de energía renovables.
Este panorama mixto subraya tanto los desafíos como las oportunidades para abordar el cambio climático. Si bien las emisiones están aumentando, la tasa de aumento se ha desacelerado dramáticamente, cayendo al 0,3% anual durante la última década en comparación con un 1,9% anual mucho más rápido en la década anterior. Esta desaceleración se atribuye en gran medida al crecimiento explosivo de las energías renovables, en particular la energía solar, que ha comenzado a remodelar el panorama energético.
Las energías renovables superan la demanda
El análisis de Ember, un grupo de expertos en energía limpia, revela una tendencia innovadora: el uso de combustibles fósiles para la generación de electricidad se ha estabilizado este año, incluso cuando la demanda mundial de electricidad aumentó. Esta es la primera vez desde la pandemia de COVID-19 que la producción de electricidad no se ha visto impulsada por las recesiones económicas. En cambio, el crecimiento récord de la energía solar y eólica ha satisfecho el aumento de la demanda, desvinculando efectivamente la producción de energía de los combustibles fósiles.
“Hemos tenido décadas y siglos en los que los combustibles fósiles eran la única forma de hacer crecer nuestra economía”, dice Nicolas Fulghum, analista senior de datos de Ember. “Durante la última década, eso ha cambiado por primera vez”. El impacto de este cambio es particularmente significativo porque la generación de electricidad es el sector emisor más grande del mundo y desempeñará un papel aún mayor en el sistema energético a medida que los vehículos eléctricos, las bombas de calor y otras tecnologías se generalicen.
Ember predice que dentro de unos años podría comenzar una disminución permanente en la producción de electricidad basada en combustibles fósiles. Esto se alinea con las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que indica que las emisiones globales de carbono de todas las fuentes de energía –más allá de la electricidad– podrían alcanzar su punto máximo en los próximos años según las políticas nacionales actuales.
Un pico potencial, pero el calentamiento continúa
Si bien un pico de emisiones sería un paso monumental hacia la lucha contra el cambio climático, no eliminaría el calentamiento por completo. El CO2 liberado hoy seguirá atrapando calor durante siglos. Para detener nuevos aumentos de la temperatura global, debemos alcanzar emisiones netas cero, es decir, eliminar de la atmósfera tanto carbono como el que emitimos.
Sin embargo, incluso con este posible punto de inflexión en el horizonte, los compromisos políticos actuales no son suficientes para cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Un análisis publicado junto con la COP30 por Climate Action Tracker predice que el calentamiento global aún podría alcanzar unos peligrosos 2,6 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales para finales de siglo, según las promesas existentes.
“Existe la oportunidad… de aprovechar el impulso de los cambios tecnológicos que se están produciendo a nivel mundial”, dijo el Dr. Bill Hare, del equipo Climate Action Tracker. “Pero al mismo tiempo, las cosas podrían ir muy mal… Podríamos abandonar esta COP sin tomar las medidas adecuadas, y afianzar el gas y el petróleo fósiles, empujándonos hacia un calentamiento de 2,5°C o 3C con seguridad”.
La COP30 es un momento crucial para cerrar esta brecha entre el potencial que ofrece la energía renovable y la realidad de una ambición política insuficiente. Los líderes mundiales deben traducir las promesas en acciones concretas para acelerar la transición hacia los combustibles fósiles y garantizar un futuro habitable.




































































